
Cuando hacemos ejercicio, nuestro sistema inmunológico experimenta varios cambios. Algunas células de defensa empiezan a circular más rápido por todo el organismo y, por lo tanto, pueden desplazarse y atacar las bacterias y los virus con mayor rapidez. Aun cuando el sistema inmunológico regresa a su estado normal varias horas después de la actividad física, el impulso que se recibe se prolonga a largo plazo y aumenta las posibilidades de victoria de nuestras defensas. A estas alturas, muchos se preguntarán si entonces deben ponerse a hacer ejercicio para curarse más rápido. La cosa no es tan sencilla y es necesario investigar más este punto.